DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES
1º DE MAYO DIA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES.
Los hechos que dieron lugar a esta celebración se sitúan en los albores de la revolución industrial en los Estados Unidos. A finales del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. De todas partes llegaban miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. Estos centros urbanos acogieron también a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.
El 1º de Mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga, en Chicago las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país, y las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de Mayo. La única fábrica que trabajaba era McCormik, fabricante de maquinaria agrícola, que aunque estaba en huelga desde el 16 de Febrero, se mantenía activa en base a los esquiroles.
El día 2 la policía disolvió violentamente una manifestación de más de 50.000 personas, y el día 3 se celebraba una concentración frente a sus puertas, cuando estaba en la tribuna el anarquista August Spie, sonó la sirena de salida de un turno de esquiroles, los concentrados se lanzaron contra ellos iniciándose una pelea campal.
Una compañía de policías, sin previo aviso, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente lo que termino con 6 muertos y varias decenas de heridos.
El periodista Fischer redactor del Arbeiter Zeitung publico una proclama, que luego se utilizaría como principal prueba acusatoria:
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.
La proclama terminaba convocando un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para hacer un acto a las 19.30 en el parque Haymarket. Los hechos que allí sucedieron son conocidos como Revuelta de Haymarket.
Se concentraron en la plaza de Haymarket más de 20.000 que fueron reprimidos por 180 policías, un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros. Se declaro el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados de la muerte del policía.
La prensa se lanzo sobre los manifestantes reclamando un juicio sumario, y responsabilizando a ocho anarquistas y a todas las figuras principales del movimiento obrero. El 21 de Junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, quedando finalmente en 8, las irregularidades en el juicio violaron todas las normas procesales de forma y fondo. Los juzgados fueron condenados y condenados; tres de ellos a prisión y cinco a la horca. Louis Lingg, alemán de 22 años para no ser ejecutado se suicidó en la celda.
José Marti, corresponsal en Chicago del periódico La Nación de Buenos Aires (Argentina), relato así la ejecución:
...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
El Crimen de Chicago costó la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes: italianos, españoles, alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros países eslavos.
En memoria de aquellos héroes que dieron su vida por una mejora laboral y, una vida más digna para los trabajadores. No dejemos que su sacrificio sea en vano.
Carmen.
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